sábado, 29 de enero de 2011

Autoestima y fe cristiana



Introducción


A veces puede parecernos difícil conciliar algunos mandatos evangélicos, como el que hay que negarse a sí mismo, o algunas enseñanza de grandes maestros espirituales, como la de San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales de "mirarse como una llaga y postema de donde han salido tantos pecados y tantas maldades y ponzoña tan turpíssima" (58), con lo que nos dice la psicología moderna sobre la importancia de una sana autoestima.

Por otro lado, los cristianos tenemos la posibilidad de encontrar un fundamento mucho más sólido para nuestra autoestima que el cariño que nos han sabido demostrar nuestros padres o el aprecio de los demás, y es el amor incondicionado de Dios hacia nosotros que experimentamos continuamente, aunque en la oscuridad de la fe.

Ofrezco aquí una serie de puntos de reflexión que se han trabajado con grupos de matrimonios y que se inspiran en parte en el libro de José-Vicente Bonet, Teología del 'gusano': autoestima y evangelio. Espero puedan ser útiles para aclarar un poco este tema tan importante para nuestro bienestar y seguimiento de Jesucristo.
Principios generales
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón... y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27)
                La medida del amor al prójimo es el amor a uno mismo.
Aimé Duval, El niño que jugaba con la luna (Sal Terrae, Santander, 1984); p. 148:
Cuando pienso en mi dulce y bondadosa madre, sé que ella me enseñó a amar a Dios (aún sin hablarme de Él) y a los demás; pero no me enseñó a amarme a mí mismo. Ni a defenderme.
Hoy pienso que estos tres amores (a Dios, a los demás y a sí mismo) deberían tener la misma intensidad.
Amar a Dios sin amar a los demás es beatería.
Amar a los demás sin amar a Dios (conociendo a Éste) es falta de lógica de espíritu.
Amarse a sí mismo sin amar a los demás da lugar a un mundo inhabitable para los mejores de los hijos de los hombres; un mundo en el que la violencia acabará estrangulando a los que sobrevivan.
Amar a los demás sin amarse a sí mismo es una enfermedad que puede llevar al alcohol.
Ahora, sobrio desde hace catorce años, sé que mi felicidad depende del equilibrio entre estos tres amores.
El amor a uno mismo posibilita y condiciona el amor a los demás; si uno no se ama manipula a los demás...
Santo Tomás (2.2, q.25, a.4): el amor con que uno se ama sí mismo es la forma y raíz de la amistad.
¿Qué es la autoestima?
Es el conjunto de las actitudes del yo hacia sí mismo (Burns); es la percepción evaluativa y afectiva que tenemos de nosotros mismos; es lo que uno piensa y siente de sí mismo...
¿Por qué es importante?
Es como el sistema inmunológico de nuestro psiquismo: es el filtro ante los altibajos de la vida...
Cuanto más indigno se siente uno, tanto más tiene que ponerse a la defensiva y tanto más tiene que distorsionar sus percepciones para proteger a la persona que cree ser (Rogers).
“Es imposible la salud psicológica, a no ser que lo fundamental de la persona sea aceptado, amado y respetado por otros y por ella misma” (Abraham Maslow).
               
¿Por qué es un concepto que a veces a los cristianos no nos ‘suena’ bien?
“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mt 16, 25)
Hay una extendida creencia entre nosotros de que ‘amar a los demás es una virtud, pero amarse a sí mismo es pecado’; esto viene del protestantismo (Calvino) y de Freud; pero hay que saber distinguir entre yo y ego, amor justo de sí mismo y narcisismo; es necesaria una aceptación amorosa del propio yo para la salud psicológica y el crecimiento espiritual...
San Agustín distingue entre probus amor sui (recto amor a sí mismo) e improbus amor sui (torcido amor a sí mismo)
Un inauténtico amor a uno mismo es el yo ‘egoísta’, el hombre ‘ensimismado’; el ‘yo insolidario’...; no es el yo que se quiere de verdad, sino el yo que no se quiere por lo que es realmente, está inflado, se ve sólo a sí mismo e ignora a los demás; en el fondo, paradójicamente, suele tener una muy baja autoestima
San Agustín: “Es preciso que ames en ti la obra de Dios”.
“Solo el yo individual plenamente desarrollado puede desprenderse del ego” (E. Fromm).
“El sí a uno mismo se puede considerar como el imperativo categórico de la fe cristiana: ¡Aceptarás la humanidad que se te ha confiado!.. ¡Te abrazarás a ti mismo!” (J.B. Metz)

¿Cuál es la fuente de la autoestima verdaderamente cristiana?
No es la consideración que los demás tienen de nosotros, ni el éxito profesional o social, ni el amor que me manifiesta mi pareja, sino:
H. Nouwen, Tú eres mi amado (PPC, Madrid, 1982):
La primera vez que comprendí el significado de la expresión ‘ser cristiano’ fue leyendo el pasaje evangélico sobre el bautismo de Jesús de Nazaret: “En cuanto salió del agua, los cielos se abrieron, y el Espíritu en forma de paloma descendió sobre él. Y se oyó una voz del cielo: Tú eres mi hijo, el amado en el que he puesto todas mis complacencias”. He leído estas palabras durante años, las he comentado... y he llegado a la convicción interior de que las palabras Tú eres mi amado revelan la verdad más íntima de todo ser humano...


La voz que desde arriba y en nuestro interior me dice: Tú eres mi amado, no es fácil escucharla en un mundo lleno de voces que gritan: “No eres atractivo. Eres un ser repulsivo. No vales para nada. Eres un ser despreciable. No eres nadie mientras no seas capaz de mostrar lo contrario...” Estas voces negativas son tan fuertes y constantes que es fácil darles crédito. Es la trampa de la autoinfravaloración. Al cabo de muchos años he podido constatar que la trampa más peligrosa de nuestra vida no es el éxito, la popularidad o el poder, sino el autodesprecio.
Es la experiencia de ser amados por Dios, con un amor que es incondicional, gratuito y primero...(Cfr. R. Cantalamessa, La fuerza de la cruz; Monte Carmelo, Burgos, 2005; segunda meditación: “Tanto amó Dios al mundo”)

1 comentario:

  1. Me parece muy acertada, y poco común, la correlación que Ud. desarrolla en esta "entrada".
    Desconocía su cita del pensamiento de San Agustín "es preciso que ames en tí la obra de Dios", y me alegro de que la mencione porque es como yo siento que tenemos que proceder.
    Yo tengo una gran autoestima, sobre todo desde que, hace más de quince años, realicé un cursillo por medio del cual comprendí, que mi manera de ser y de pensar se alejaba un poco del ser y pensar común, pero eso no lo hacía peor, al contrario, me distinguía del resto y no para mal, precisamente.
    Creo como Ud. que los cristianos debemos mostrarnos seguros de nosotros mismos y de nuestra fe; pero para mostrarlo en toda su dimensión, antes debemos entender que el Señor nos ama, que nos ha creado a su imagen y semejanza de todas sus virtudes, no solo en su físico como simplemente, a veces, entendemos.
    Creo que cuando nos sentimos seguros de ser amados, de sabernos importantes a los ojos de Dios, de conocer su doctrina y ejemplo, estamos capacitados para comunicarlo a los demás con la fuerza que da sentirnos sabedores de la verdad y eso es lo que llega a los demás. El mensaje de Dios pasa por nosotros para llegar a otros, comolos electrones pasan de unos a otros su energia para crear una energía capaz de mover el mundo físico, los cristianos tenemos que actuar cual electrones para que la "energia" de Dios resplandezca, nos ilumine a todos.

    Me gusta su cita de Eric From, porque lo leí de joven, tenía alguna obra dedicada al amor y me gustó y aprendí cosas positivas, pero lo que más me gusta es pensar que si Ud. lo cita está bién, porque en aquellos tiempos de mi juventud yo estaba instalada en la ideología no dominante (más o menos como ahora en sentido contrario).católica de San Agusatin

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