jueves, 16 de junio de 2011

La caridad, Caravaggio y las siete obras de misericordia

Reflexiones teológicas a partir de algunas obras de Caravaggio (1)


Retrato de Caravaggio
Michelangelo Merisi (1581-1620), natural del pueblo de Caravaggio, cerca de Bergamo, en la región italiana de Lombardía — ‘Caravaggio’ como él mismo quiso que se le llamara —, no sólo fue un pintor revolucionario para su época, con su uso tenebrista del claroscuro, con su interpelante realismo en oposición al manierismo elitista de su tiempo, sino también es un artista que nos lleva a ver en una luz distinta importantes temas teológicos. Su vida y su pintura fue motivo de escándalo en su tiempo, creando fuertes y violentas divisiones entre partidarios y detractores, y hoy también su obra no nos deja indiferentes.

                Deseo tomar en consideración algunas de sus obras más señaladas que nos interpelan sobre temas fundamentales de nuestra fe y vida cristiana como, por ejemplo, la vocación, la redención y el papel de María en ella, el ejercicio de la caridad...

Interior de la Iglesia del
Pio Monte de la Misericordia
                Empezando por esto último, fue un obra de Caravaggio sobre este tema, con la que me ‘crucé por casualidad’ una tarde en un paseo por la Nápoles antigua, la que despertó mi interés en este gran pintor de los comienzos del barroco. El lienzo representa las siete obras de misericordia y se encuentra en el retablo del altar mayor de la Iglesia del Pio Monte de la Misericordia que era una institución benéfica, fundada en 1601 por siete jóvenes aristócratas.

Las siete obras de misericordia
                En el cuadro, realizado en pocos meses, entre octubre (o noviembre) de 1606 y enero de 1607, se representan en el mismo espacio y tiempo las siete obras de misericordia corporales, como si tratara de una escena en una de las callejuelas de Nápoles, quizás la misma donde se situaba la asociación benéfica que comisionó la obra. En la parte superior del cuadro hay una apertura a la trascendencia ('rompimiento de la gloria'), con la Virgen y el Niño que miran con ternura la escena humana que tiene lugar a sus pies y proyectan su luz sobre los muros de la cárcel. La Virgen, pintada en una fase adelantada de la obra, es a la Madonna della Misericordia que inicialmente dio título al cuadro, y a la vez la Madonna del Purgatorio por la que había mucha devoción en Nápoles. En la parte superior también están dos ángeles, uno de ellos con la mano extendida en alusión al juicio final. Pero ninguno de los personajes de abajo mira hacia arriba, ni tiene una mirada de esperanza. Más bien las caras muestran angustia, preocupación, miedo... Los actos de caridad que llevan a cabo parecen de lo más ordinario y realizados no por inspiración divina sino de forma natural. Aún así, la gracia divina está presente e incumbe también el juicio divino. El pintor, junto a representar una verosímil escena de una calle de la Nápoles donde residió poco tiempo huyendo de Roma, una ciudad bulliciosa, cosmopolita, con un enorme contraste entre ricos y pobres y donde los muertos podían permanecer en las calles si nadie se ocupaba de enterrarlos, también hace alusión a personajes bíblicos y mitológicos, y a santos, como Sansón, San Martín, Santiago, Cimón...
                Según el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica las obras de misericordia corporales son siete:

·         Visitar y cuidar a los enfermos.

·         Dar de comer al hambriento.

·         Dar de beber al sediento.

·         Dar posada al peregrino.

·         Vestir al desnudo.

·         Redimir al cautivo (visitar a los encarcelados).

·         Enterrar a los muertos.

En el lienzo se representan estas siete obras de misericordia con un realismo que desborda e interpela, muy distante de los idealismos que eran comunes en la pintura de la época de Caravaggio, sin representar a ricos que ayudan a pobres — como quizás esperaban los aristócratas del Pio Monte della Misericordia que habían encargado la obra y que atendían a los enfermos en el famoso hospital de los Incurables de la ciudad —, sino a pobres que ejercen la caridad con otros pobres y pintados como vestían en tiempos del artista. Sin embargo, en esta situación y ambiente, entre estas personas, se hace presente Dios. Esta es la gran genialidad de Caravaggio y el fundamento de la revolución que introdujo en el arte sagrado de su época: el realismo desgarrador en el cual y a través de cual transcurre la historia de la salvación.

Las obras de misericordia corporales hacen referencia y surgen de un texto del evangelio de san Mateo sobre el juicio final:

Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras, y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces diré el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?;¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá. “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo los hicisteis”: Entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaros de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer...” (Mt 25, 31-46).

En este texto evangélico las obras son seis y se repiten cuatro veces y son las que constituirán la base del juicio divino. El hecho de que se repitan cuatro veces indica la importancia de las mismas, en su concreción, e impide que se pueda interpretar este texto de un modo demasiado general. Todas estas acciones eran importantes para la sobrevivencia en la Nápoles de inicio del siglo XVII, junto con la de enterrar a los muertos que ya en la época medieval se añadió a la lista de la obras de misericordia corporales. Hay que ejercer la caridad con acciones concretas, nos parece decir esta obra, sin mirar mucho al cielo. Por otro lado, este cuadro se pinta en la época de la contrarreforma, cuando la Iglesia después del Concilio de Trento quiere resaltar contra los protestantes que la “fe sin obras está muerta”.

Detalle del lienzo
                Sin embargo, lo que más impresiona e interpela de este lienzo, lo que llama enseguida la atención y provoca, o escandaliza a algunos, es la figura de la mujer joven que amamanta a un viejo que está detrás de unas rejas. Sobre estas dos figuras converge mucha luz, luz que también proviene de las figuras en la parte superior del cuadro, es decir, luz divina signo de la gracia, según la técnica del claroscuro de Caravaggio. Estas figuras representan a la vez dos de las obras de misericordia, la de dar de comer a los hambrientos y la de visitar a los presos. La mujer mira con cara de preocupación o angustia, emitiendo un grito o preparada para hacerlo, y con su falda hace de biberón al viejo. De la cara del viejo sale también mucha luz, como si renaciera a la vida, y en su barba pueden verse algunas gotas de leche. La idea en la que se fundamenta esta representación es una historia conocida como ‘caridad romana’, que se encuentra en la obra del escritor Valerio Máximo De la piedad de una hija con su padre (Factoruum et Dictorum, IV, V, 4). La historia trata de una matrona romana de nombre Pero que salva la vida de su padre moribundo, Cimón, condenado a muerte por hambre, dándole de mamar de su pecho. Es una historia de amor filial, pero la genialidad ‘teológica’ de Caravaggio está en haberla asociado a las obras de misericordia, lo que no se había hecho antes, y proponerla como modelo de caridad cristiana.

                Esto puede escandalizar a algunos de mentalidad ‘burguesa’ o puritana que dudarán si dar de la propia leche a un padre en esa situación se pueda considerar un acto de caridad, o más aún, ponerlo como modelo de la caridad de Cristo. De hecho, algunos críticos han tachado la mujer de ‘histérica’. Sin embargo, yo sí creo que es una excelente representación de la caridad, una representación que nos provoca, ya que la caridad que nos ha mostrado el Señor y que tiene para con nosotros va más allá de las convenciones, de las ‘buenas maneras’ y hasta de la leyes religiosas. La caridad no tiene límites más que el bien del otro, no tiene una ley que la pueda encasillar. Las caridad nos puede pedir en algunas circunstancias que vayamos contra las leyes más sagradas y hasta que aparentemente nos separemos de Dios.

                Algunas palabras de la Escritura son prueba de ello y este cuadro de Caravaggio nos ayuda a entenderlas, por escandalosas que sean, y a evitar interpretaciones tranquilizadoras que les quitan su fuerza:

Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros maldición, porque está escrito: Maldito el que cuelga de un madero; y esto, para que la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles en Cristo Jesús... (Gal 3, 13-14).

Digo la verdad en Cristo, no miento — mi conciencia me atestigua que es así, en el Espíritu Santo—: siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón; pues desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne... (Rm 9, 1-3).

4 comentarios:

  1. Vedle a este Tio....
    http://www.youtube.com/results?search_query=caravagio+homenaje+x+german&sm=3

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  2. Quisiera tener fotos con buena resolución para darle un mejor acabado a este homenaje ......
    que dices ,,,

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  3. La lectura de la última obra de Angélica Liddell (pág. 23), me ha llevado a esta obra de Caravaggio y me ha dejado rendido ante tanto poderío artístico..Un

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