Mensaje de las
Iglesias a los ciudadanos europeos en la situación actual de crisis económica
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Los participantes delante de la Torre de Belém (Lisboa) |
Del
5 al 8 de junio se celebró en Lisboa, Portugal, el III Fórum Católico-Ortodoxo
con el tema: “La crisis económica y la pobreza. Desafíos para la Europa de hoy”
. El Fórum es una iniciativa del
Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa en unión con los patriarcados de las
Iglesias ortodoxas, que reúne cada dos años a representantes y delegados de
estas Iglesias para debatir sobre temas de actualidad y promover un testimonio común
de los valores del evangelio en la sociedad europea. La de Lisboa ha sido la
tercera reunión; en las dos anteriores se abordaron los temas de la familia
(Trento, Italia, 11-14 de diciembre de 2008) y de las relaciones Iglesia-Estado
(Rodas, Grecia, 18-22 de octubre de 2010).
Tuve
la suerte de participar como delegado de la Conferencia Episcopal Española en
esta última reunión de Lisboa. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, con
días de intenso intercambio, trabajo y debate entre hermanos en la fe de unas
Iglesias que aun no están unidas como quiere el Señor, pero que se esfuerzan
por recorrer el difícil camino hacia la unidad y por dar un testimonio común
del evangelio. Fruto de este encuentro ha sido el mensaje final. Quiero compartir
con los lectores de este blog este mensaje y añadir algunas consideraciones que
me surgen a partir de él.
(Texto original: francés)
Mensaje aprobado por los participantes
en el III Fórum Católico-Ortodoxo
Lisboa, 5-8 de junio de 2012
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El cardenal patriarca de Lisboa con a su derecha el
metropolita Gennadios y a su izquierda el cardenal Erdô |
1.
El
III Fórum Católico-Ortodoxo se ha celebrado en Lisboa, Portugal, del 5 al 8 de
junio de 2012, sobre el tema “La crisis económica y la pobreza. Desafíos para la
Europa de hoy”. El Fórum ha sido acogido por Su Eminencia el cardenal patriarca
de Lisboa José da Cruz Policarpo. Los trabajos han sido copresididos por el cardenal
Peter Erdö, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE)
y el metropolita Gennadios de Sassima, del Patriarcado Ecuménico. Después de la
experiencia positiva de los dos primeros Fórums Católico-Ortodoxos (Trento,
Italia, 11-14 de diciembre de 2008 y Rodas, Grecia, 18-22 de octubre de 2010),
los delegados de las Conferencias Episcopales Católicas de Europa y de las
Iglesias Ortodoxas en Europa han debatido a la luz de la fe cristiana la
cuestión de la crisis económica y de sus repercusiones en Europa.
Al finalizar este encuentro deseamos
ofrecer nuestras reflexiones a los cristianos de nuestras Iglesias y a toda
persona que comparta nuestras preocupaciones.
2.
Europa
atraviesa hoy una crisis muy grave. Muchos europeos sufren directamente las
consecuencias de esta crisis, especialmente el paro y la ausencia de
perspectivas y de esperanza. Los europeos están preocupados en lo que se refiere
a su futuro.
Nuestras Iglesias acogen y permanecen
atentas a estos sufrimientos y preocupaciones. Ellas desean dirigir a sus
fieles y a todos los europeos un mensaje de confianza y de esperanza. Debemos
seguir confiando en la providencia divina y en nuestra capacidad de corregir
los errores del pasado, y debemos también trazar las líneas de un futuro de
justicia y de paz.
3.
A
lo largo de su historia, Europa más de una vez ha enderezado el curso de su
destino sobre la base del pensamiento y de la moral cristianos, presentes en la
Biblia, la tradición patrística y monástica y en la doctrina social de la
Iglesia, lo que constituye un tesoro que comparten todos sus pueblos.
4.
El
mensaje de las Iglesias concierne al lugar y al papel de la persona humana en
la creación, en la sociedad y, en especial, en la vida económica.
Las Iglesias cristianas enseñan que
el hombre encuentra su plenitud en Dios su creador y salvador. Nada en este
mundo puede satisfacer plenamente sus anhelos. Al utilizar los bienes de este
mundo está llamado a descubrir el lazo que lo une, en comunión con el creador, a los demás hombres.
5.
A
causa de los efectos del proceso de secularización, muchos europeos se han
distanciado de su relación constitutiva con Dios y han buscado un sentido para
su vida tan solo dentro del horizonte mundano. Las ideologías materialistas y
hedonistas les han propuesto unas visiones reductivas haciéndoles creer que la
felicidad se podía conseguir a través de la acumulación de bienes, que la
libertad consistía en la satisfacción de todos los deseos, y que la vida en
sociedad podía resultar de la conjugación de todos los intereses privados.
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Algunos de los delegados de las Iglesias ortodoxas |
6.
Las
Iglesias reconocen que la crisis que atravesamos no es solamente una crisis
económica, es también una crisis moral y cultural, y más profundamente, una
crisis antropológica y espiritual.
Si hemos llegado hasta aquí es porque
las finanzas se han separado de la economía real y porque la economía se ha
separado del control de la voluntad política, la cual se ha separado a su vez
de la ética. Teniendo en cuenta nuestra experiencia de la presencia de Cristo
vivo en la Iglesia, nosotros creemos que a través del retorno a Cristo, en la
disponibilidad al Espíritu y a la fe cristiana, los hombres de hoy encontrarán
una respuesta a sus aspiraciones más profundas.
7.
La
sociedad debe ser organizada de tal modo que esté siempre al servicio del
hombre y no al revés. El hombre es un ser social por naturaleza que se realiza
en primer lugar en la familia. Rechazamos el individualismo que aísla a las
personas, unas en relación con otras. Cada persona es un fin en sí misma,
abierta al amor infinito de Dios, y nunca debe ser tratada como un objeto
manipulable sujeta a los intereses de los más poderosos. Por su parte, los
cristianos están dispuestos a colaborar con todos los hombres de buena voluntad
de cara a una sociedad más justa y más humana.
8.
Si
los europeos quieren salir de la crisis –en solidaridad con el resto de la
humanidad- deben comprender que es necesario cambiar el estilo de vida. Para el
creyente se trata de renovar una relación personal con el Dios trinitario que
es comunión de amor, relación que va más allá de una simple doctrina o de un
planteamiento ético. La crisis puede ser ocasión de una toma de conciencia
saludable. Los europeos deben dar sentido a la actividad económica partiendo de
una visión integral y no parcial de la persona humana y de su dignidad.
Poniendo a la persona en su justo lugar, subordinando la economía a objetivos
de desarrollo integral y de solidaridad, abriendo la cultura a la búsqueda de
la verdad, dando su puesto a la sociedad civil y a la ingeniosidad de los
ciudadanos que trabajan por el bienestar de sus contemporáneos, crearán las
condiciones para que surja un nuevo tipo de relación con el dinero, la
producción y el consumo. Es también lo que nos recuerda la tradición ascética
cristiana del ayuno y el compartir. Las Iglesias hacen un llamamiento a los
cristianos para que coordinen su servicio diaconal a nivel local y global con vistas
a ayudar a las personas en situación de precariedad y a contribuir al
desarrollo de una sociedad más equitativa.
9.
En
este cambio necesario, una de las prioridades debe ser el trabajo. Es
conveniente privilegiar las actividades que generan empleo. Cada persona debe
poder vivir dignamente y desarrollarse gracias a su trabajo, y poder hacerse
solidario con los demás. Todas las formas de corrupción y explotación han de
ser eliminadas.
10.
El
mercado no debe ser una fuerza anónima y ciega. Es el lugar en el que se
intercambian bienes y servicios útiles para el desarrollo material, social y
espiritual de las personas. El mercado pide ser regulado en función del
desarrollo integral de la persona.
|
Algunos de los delegados de la Iglesia Católica |
11.
Ya
no es posible seguir derrochando los recursos de la creación, contaminando el
medio ambiente en el que vivimos, como lo hacemos ahora. La vocación del hombre
es la de ser guardián de la creación no su depredador. Tenemos que hacernos
conscientes hoy de la deuda que tenemos con las generaciones futuras a las que no
podemos entregar un medio ambiente degradado e inhabitable. En nuestro mundo
globalizado la mano que rige la vida de los pueblos no debe ser la mano invisible
del egoísmo individual y colectivo, sino una política de control y de transparencia
de las decisiones de los actores sociales y de los Estados.
12.
Deseamos
dirigir una palabra de aliento a los Gobiernos nacionales y a los responsables
de las instituciones europeas en sus esfuerzos por encontrar una vía justa y
equitativa para salir de la crisis económica y financiera, con una atención
especial para los países con más dificultades.
13.
Nos
dirigimos sobre todo al único agente de cambio capaz de hacer evolucionar nuestras
sociedades hacia un nuevo estilo de vida: el ciudadano de nuestros países
europeos. Si él entiende la necesidad vital de un cambio en relación a sus
hábitos de consumo, sus representantes en las instancias parlamentarias lo
seguirán, la industria se adaptará a estas nuevas opciones, la educación enseñará
un nuevo modelo de ciudadanía, más sobrio y más solidario con los pobres. En
fin, el hombre europeo encontrará la alegría de reavivar sus raíces cristianas
y de cultivar la dimensión espiritual de su ser, la única capaz de satisfacer la
búsqueda de felicidad y de sentido.
Algunas
consideraciones a partir del mensaje
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Cabo da Roca (Sintra). El punto más
occidental del continente europeo |
- · El beato Juan Pablo II, refiriéndose a la
separación entre la Iglesia Católica y las Iglesias Orientales surgida a raíz
del Gran Cisma de 1054 y a la necesidad de superarla, utilizaba frecuentemente
la bella y significativa comparación de los dos pulmones de la Iglesia. Le
gustaba decir que la Iglesia y Europa tenían que volver a respirar con sus dos
pulmones. Cuando nos juntamos con nuestros hermanos de los patriarcados
ortodoxos para tratar algún tema, percibimos la verdad de estas palabras del
papa polaco. Se abordan las cuestiones de una forma diferente, con más amplitud
y diversidad de aproximaciones, juntando perspectivas distintas, una occidental
más pragmática, cristológica y jurídica, y otra oriental más pneumatológica,
filosófica y espiritual. Esto hace que el mansaje que la Iglesia puede ofrecer
a nuestra sociedad europea en esta hora difícil sea mucho significativo y fecundo,
y que apele al alma profunda de este viejo continente que va ‘desde el
Atlántico hasta los Urales’, como también amaba repetir el papa eslavo. En el
encuentro del Fórum en Portugal, en los confines del viejo mundo, tratando el
tema de la crisis económica y de la pobreza, percibimos esto con mucha claridad
mientras debatíamos si hacer referencia explícita a Jesucristo como único salvador
en el mensaje final o limitarnos a una perspectiva ética de la ley natural aplicable
a todos, creyentes y no creyentes; si partir de un texto bíblico o no; si
invitar a la conversión o hablar de las estructuras que deben cambiar... Esta
constatación nos debería impulsar a todos a caminar con más empeño hacia la
unidad de las Iglesias, al darnos cuenta que nuestra vida eclesial y nuestra
misión está de momento ‘a medio gas’.
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Entrada al Convento de los Capuchinos en la Sierra de
Sintra (siglo XVI). Un lugar de vida sobria, solidaria y
respetuosa con la naturaleza |
- ·
Al abordar la crisis económica y la pobreza en
Europa, las Iglesias, solidarizándose con los que lo están pasando muy mal y pidiendo
a los fieles que ejerzan con vigor la diaconía de la caridad, describen la
situación también como oportunidad y desafío, como un reto que nos invita a
cambios profundos. La crisis puede ser ocasión para volver a una forma de vida
más auténtica, para recuperar valores que hemos perdido, para volver a poner a la
persona en el centro, por encima de la economía y de los mercados. La afirmación
central del mensaje es que para salir de la crisis es necesario un
cambio de estilo de vida. Tenemos que vivir de un modo mucho más sobrio, más
solidario, más respetuoso con la naturaleza. Solo así tendremos futuro y podremos
ofrecer una Europa habitable y digna a las nuevas generaciones.
- ·
Es muy significativo que los representantes de
las Iglesias dirijan su mensaje en primer lugar ‘al ciudadano de nuestros
países europeos’, no a los políticos ni a la instituciones, ya que se le
considera como “el único agente de cambio capaz de hacer evolucionar nuestras
sociedades hacia un nuevo estilo de vida”. En contra de lo que muchas veces se
piensa de que son los mercados y los ‘poderes fácticos’ los que determinan la
vida de las personas, este mensaje apela a la responsabilidad personal del
ciudadano europeo, llamado a ser el verdadero protagonista de su destino. Si él
cambia, cambiará la política, cambiará la educación y cambiará la industria.
Las Iglesias nos invitan a tomar las riendas de nuestra vida y de nuestro
futuro y a construir una Europa mejor sin hacer dejación de nuestra responsabilidad.