jueves, 30 de enero de 2014

Ecumenismo o proselitismo


            Este es el texto de un sermón dado el lunes 20 de enero 2104 en el contexto de la Semana de Oración la Unidad de los Cristianos en la Iglesia de la Resurrección de la Iglesia Evangélica Española (Calle Butrón, 20 Madrid).

Juntos... de ningún don carecéis

Día 3 del Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos 2014
Lecturas: Job 28, 20-28, Salmo 145, 10-21, Efesios 4, 7-13; Marcos 8, 14-21

Esta mañana recibí una llamada de teléfono a través del arzobispado de Madrid de una señora,
Cartel de la CEE
probablemente una catequista, que quería saber que tenía que hacer una chica ortodoxa rumana para ‘pasarse a la Iglesia católica’. Yo le pregunté acerca de los motivos de esta chica para hacerse católica y me dijo que había llegado al convencimiento de que la Iglesia católica era la verdadera y que también era la que mejor atendía a sus feligreses. Me dijo la mujer que me llamaba que ella misma había preparado a esta chica para hacerse católica y que siguiendo lo que le habían dicho, había intentado ir a la parroquia católica que correspondía pero que el párroco le daba largas.  Al final de la conversación le dije que me enviara un correo electrónico con todos los datos y que yo mismo me pondría en contacto con la chica para entrevistarme con ella. Cuento esto porque esta señora que me llamó esta mañana durante nuestra conversación telefónica se sorprendía una y otra vez que yo no estuviese dando saltos de alegría por esta nueva conversa que había vuelto al redil y se disgustaba de que hiciera tantas preguntas y dificultara tanto el tema. Mi actitud no se debía solo a la clara sospecha de que esta chica había sido inducida a esta ‘conversión’ por esta señora que probablemente la había ayudado económicamente en un momento difícil y se había aprovechado de ello para catequizarla. Abro aquí una pequeña paréntesis para hablar de un documento importante que ha pasado un poco desapercibido y creo que nos interesa a todos y está muy relacionado con lo que estoy contando. En 2011, después de varios años de trabajo conjunto, el Pontificio Consejos para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el Consejo Mundial de Iglesias, y a invitación de éste, la Alianza Evangélica Mundial, hicieron público un documento titulado El testimonio cristiano en un mundo multirreligioso, en el que ofrecen orientaciones sobre el modo correcto de evangelizar y misionar en nuestro mundo tan variado. El procedimiento que presumiblemente utilizó esta señora con la chica rumana, aprovechándose de su debilidad para convertirla, evidentemente no es aceptable y es triste que se siga utilizando en algunas Iglesias. De todos modos, junto a la sospecha acerca de la sinceridad de este cambio de la chica, lo que realmente no me hacía saltar de alegría es el hecho de que yo no trabajo para esto: yo no trabajo para que miembros de otras Iglesias se hagan católicos, y no me alegro especialmente de ello cuando acontece; yo trabajo por la unidad de los cristianos, por una Iglesia una pero legítimamente plural como la quiere el Señor.

He contado esta anécdota de esta mañana porque creo que pone de manifiesto el cambio que ha
Iglesia de la Resurrección de la IEE durante el acto
tenido lugar en la Iglesia católica en los últimos cincuenta años en referencia al ecumenismo y que hace posible que yo esté aquí esta tarde. Esta señora manifiesta la actitud preconciliar, anterior al Concilio Vaticano II. Ella piensa realmente que lo mejor para esta chica rumana es hacerse católica, y aunque quizás utilice métodos discutibles, lo hace con buena intención pensando en su salvación. Sin embargo, la actitud de la mayoría de los católicos –aunque siempre queden personas que siguen pensando según los esquemas del pasado- ha cambiado y esto ha sido gracias al Concilio Vaticano II. Para no extenderme mucho, creo que hay dos enseñanzas del Concilio que han sido importantes para que se diera este cambio. Una está relacionada a una nueva interpretación de la famosa doctrina extra Ecclesiam nulla salus –fuera de la Iglesia no hay salvación –, que ya no podemos interpretar los católicos en el sentido de que quien no pertenece visiblemente a la Iglesia católica romana no se salva; y la otra enseñanza fundamental del Concilio es no haber querido identificar a la Iglesia fundada por Cristo exclusivamente con la Iglesia católica romana, lo que lleva a reconocer a otras comunidades cristianas como verdaderas Iglesias.

Estos importantes y osados planteamientos conciliares han significado un cambio profundo y han
Sesión del Concilio Vaticano II
llevado a los avances ecuménicos de los últimos 50 años. Evidentemente, queda mucho por hacer: hay muchos temas que aún no están resueltos y heridas que siguen abiertas. Pero qué importante es reconocer la verdad de estas dos enseñanzas del Concilio Vaticano II, es decir,  que no es necesario pertenecer a mi Iglesia para salvarse y que la Iglesia que el Señor quiso no se identifica totalmente con la mía. Puede que nos cueste mucho aceptar esto, también a los católicos por mucho que lo haya dicho un concilio. De hecho, hay personas y grupos que siguen considerando estas enseñanzas una traición del magisterio precedente. Sin embargo, creo que son dos verdades evidentes y que tienen un sólido fundamento bíblico. Así, por ejemplo, el apóstol Pablo, al comenzar su primera carta a los Corintios, se dirige, junto con el hermano Sóstenes, a la Iglesia de Dios que se reúne en Corinto, pero también a “todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor suyo y nuestro”, es decir, a todos los que reconocen el señorío de Cristo. Esto es lo que para Pablo es fundamental para salvarse: no el pertenecer a una Iglesia concreta u otra, como tampoco al pueblo de Israel, sino confesar a Jesús como Mesías y Señor, ser encontrado en él, no con una justicia que viene de nosotros, de hacer las cosas bien según la ley, sino con una justicia que nos es dada gratuitamente por él, por su muerte en la cruz.

El texto bíblico que he citado, de la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios, forma parte del
que se ha elegido para los materiales de la Semana de Oración de este año. Como sabemos, los han preparado un grupo ecuménico de Canadá, país que es muy interesante por su recorrido ecuménico, que llevó a la creación de la Iglesia Unida de Canadá en 1925 y al Consejo Canadiense de las Iglesias en 1944 que representa al 85% de los cristianos del país. Es también un país con muchos recursos naturales y con mucha riqueza cultural, con muchos dones de Dios. De ahí que se haya elegido como texto bíblico el primer capítulo de la primera carta del apóstol Pablo a los corintios que habla de los muchos dones que Dios ha otorgad a esta comunidad y del peligro de la desunión.

La comunidad de Corinto vivía en un contexto multirreligioso y multicultural parecido al de algunas ciudades de Canadá, y había recibido muchos carismas, pero corría el serio peligro de la ruptura de la unidad. Habían pasado por ella diversos grandes personajes del cristianismo primitivo después de que Pablo la fundara, y se habían formado grupos que daban más importancia a su vinculación con el líder que a su relación con el Señor. Pablo tiene que recordar a los corintios que es Cristo el quien salva, es en él en el que fueron bautizados, fue él quien murió en la cruz, y Cristo no está divido, como no lo puede estar su Iglesia que es su cuerpo en la que se entra por la fe y el bautismo que nos unen el Señor y no un líder por muy importante que sea.


En la propuesta que se nos hace en los materiales para el día de hoy, tercer día del octavario, bajo el
Detalle de la Última Cena.
P. Marko Rupnik - Centro Aletti
Iglesia de Juan Pablo II - Cracovia (Polonia)
centroaletti.com
título “Juntos ... de ningún don carecéis”, se nos invita a no estar quejándonos continuamente de lo que todavía nos falta, como los apóstoles que en la barca comentaban que no tenían pan, olvidándose de los multiplicación de los panes y de lo que el Señor ya les había dado. Así también el autor de la Carta a los Efesios non exhorta a darnos cuenta de los dones que el Señor ha otorgado según su beneplácito para la edificación del único cuerpo de Cristo y para que lleguemos a “la talla de Cristo”. En la misma carta, el autor, poco antes del texto que se nos ha proclamado, nos pide no ahorrar esfuerzos “para consolidar con ataduras de paz la unidad, que es fruto del Espíritu”, ya que 'uno es el Cuerpo, uno es el Espíritu, una es la esperanza, uno es el Señor, una es la fe y uno el bautismo y hay un solo Dios que es Padre de todos'.

Hermanos y hermanas: Hay muchas cosas que ya nos unen y hay mucho que ya podemos hacer por la unidad de la Iglesia y por el mundo al que somos enviados.. En la reciente X Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias mucho se habló de nuestro necesario compromiso por la justicia, tanto por la justicia social y económica, como la ecológica y de género Esto ya es algo que podemos y debemos hacer también conjuntamente. Todos nos damos cuenta de los estragos que produce un cierto tipo de laicismo que da la espalda a Dios y no reconoce la dignidad inviolable de todo hombre y mujer. Juntos también estamos llamados a anunciar a este mundo, con la estulticia de la predicación, a aquellos que van detrás de los ídolos, o persiguen una sabiduría mundana o buscan signos prodigiosos, el mensaje de la cruz, sabiduría de Dios y poder de Dios. Así lo decía también el papa Francisco recibiendo una delegación ecuménica de Finlandia el pasado viernes 17 de enero, señalando que en una sociedad secularizada como la nuestra, nuestro testimonio debe centrarse en el núcleo de nuestra fe que todos compartimos, en el “anuncio del amor de Dios que se ha manifestado en Cristo su Hijo”.

Quiero terminar con una breve oración por la unidad de los cristianos compuesta por las Iglesias de Escocia en 1990 y retomada en los materiales para la Semana de la Unidad del año 2010:

Señor, tómanos desde donde estamos actualmente
y condúcenos allá donde Tú quieres que vayamos.
Haz que no seamos solo los encargados de una herencia,
sino las señales vivas de tu reino que viene.

Enciéndenos la pasión por la justicia y la paz entre todos los pueblos.
Llénanos de fe, de esperanza y de amor
que están en el corazón del Evangelio
y háznos UNO en el poder del Espíritu Santo:

Que el mundo crea,
que tu nombre sea santificado en tu Pueblo,
que tu Iglesia pueda reconocerse efectivamente reunida en un único cuerpo.
Nos comprometemos a amarte, servirte y seguirte
no como extranjeros unos de otros, sino como peregrinos. Amén.

2 comentarios:

  1. Esto me parece HORROROSO, esa NO ES la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Este escrito confirma que el llamado Concilio Vaticano II fundó una nueva religión que NO ES la Católica. De lo contrario ¿cómo podría rechazarse una conversión? La nueva religión del Vaticano, es una más entre las falsas religiones.

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  2. De acuerdo con usted, Olga. Es un espanto.

    Henri De Lubac:" Está bien claro que la Iglesia se enfrenta con una grave crisis. Con el nombre de "la nueva Iglesia", la "Iglesia postconciliar,"está tratando ahora de establecerse una Iglesia distinta de la de Jesucristo: una sociedad antropocéntrica amenazada por la apostasía inmanentista, un dejarse arrastrar por un movimiento de abdicación general bajo el pretexto de innovación, ecumenismo o adaptación" ( 1/9/1967)

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